miércoles, 29 de septiembre de 2021

#VuelveBond: Reflexiones finales antes de ver 'Sin Tiempo Para Morir'


Quedan un par de horas para que finalmente vaya a ver una de las más anticipadas películas de James Bond, Sin Tiempo Para Morir. No sé cómo ordenar mis pensamientos, porque en este momento son muchos y son muy complicados de explicar. Los pocos que me conocen bien saben que el regreso de Bond nunca es una circunstancia aislada de cosas que impactan en mi vida: hay estrenos que se relacionan con la familia y la infancia, como GoldenEye o El Mañana Nunca Muere y El Mundo No Basta. Otros, como Casino Royale y Quantum of Solace, con los desafíos de la adolescencia. SPECTRE, la última hasta ahora, estrenada en 2015, se vincula inevitablemente con los momentos más hermosos de mi vida afectiva, gracias a una persona que ya no está en este mundo.

Desgraciadamente, la previa a Sin Tiempo Para Morir no se relaciona con momentos agradables. El 24 de julio de 2017, cuando se anunció que el film vería la luz en noviembre de 2019, estaba llegando a una casa nueva. Durante mi estadía en esa casa vi pasar una tras otra las demoras que sufrió el film por cuestiones relacionadas a la producción y luego al coronavirus, que decantaron en el estreno final que formalmente es a partir de mañana. Son casi seis años desde que SPECTRE se estrenó, prácticamente la misma distancia que hubo entre Licencia Para Matar y GoldenEye.

Pero ver la película pasar de una fecha a otra y tener el hype aniquilado no fue nada. Pasé por momentos muy difíciles entre 2016 y 2020. Dicen que las mudanzas, los cambios de trabajo, los duelos y las rupturas afectivas son las mayores causas de estrés y lo que más cambian la personalidad. Yo tuve un poco de todo eso en este tiempo, y entre los duelos se incluyen dos personas que hubiera soñado que estén conmigo en el cine en este momento.

Una de ellas es mi padre, la otra es la mujer que mejor me supo amar. Ambas relaciones imperfectas y limitadas por un motivo u otro, motivos que prefiero no aclarar. Recuerdo que en noviembre de 2015 estaba en Río de Janeiro con el sólo propósito de conocer a esta persona que tan bellas cosas me había dicho a la distancia. Nos conocimos y pasamos momentos muy agradables, pero se enfermó para el día 5, cuando SPECTRE se estrenaba, y me preguntó si iría sin ella. Terminó siendo la primera vez desde 1999 que no vi una película de James Bond el día de su estreno y esperar unos días más para que lo hagamos juntos. Cualquiera desde afuera diría que no es nada, pero los que saben lo que es Bond para mí, seguramente pensarán que estaba loco.

Como si fuera un mensaje del destino, el pasado viernes 24 -exactamente un año y medio después de su prematura muerte- me llega la invitación a la premiere de Sin Tiempo Para Morir, confirmada para hoy, un día antes. En todo el mundo, los pre-estrenos se realizan entre el 28 y el 29, o sea que se podría decir que estoy en ese grupo de afortunados. Es como si ese renunciamiento a ver la película anterior en su estreno, por ella, hoy me fuera devuelto. O, simplemente, es un regalo de alguien que me quiere.

En el caso de mi papá, él me acompañó en cada uno de los estrenos en cine desde El Mañana Nunca Muere hasta SPECTRE. Después de que veamos GoldenEye en la tele, allá por enero de 1998, me alquilaba los viejos VHS como para que conozca un poco del Bond de Roger Moore y el de Sean Connery. No pasó mucho tiempo hasta que yo sabía más de Bond que él. Como un padre es ante todo un padre y no un amigo, un conocido o un compañero de secundario, en los últimos años, acosado por situaciones de gran tensión, le hice algunos reclamos post-mortem. Muchos de los cuales me arrepiento de siquiera haber pensado, aunque no puedo negar que algo de justo haya en ellos. La cuestión es que a él lo voy a extrañar especialmente y lo voy a tener muy presente en este día, cuando se apaguen las luces, vengan los logos de MGM y Columbia, y quizás después el famoso gunbarrel.

Ahora bien, vamos a la película. La amé y la odié. Lo que vi en los tráilers fue bastante agradable y me alienta ver que hayan aumentado las escenas de acción, elevando su calidad y espectacularidad -cosa que hace bastante no vemos. Los innumerables retrasos me hicieron perderle cariño y hasta negar su existencia: ni hablar de recibir un comunicado de su demora apenas dos días después de que la promoción estaba a todo ritmo. Muchos de los rumores que circularon por tabloides me incomodaron, y aunque sé que en muchos casos se trata de titulares que buscan vender, a esta altura uno ya no sabe qué hay en la cabeza de Barbara Broccoli y que ella tiene un perfil bastante distinto al de su padre: mientras Cubby buscaba el aprecio del público y esperaba sólidos ingresos de taquilla, Barbara varias veces parece estar buscando el Óscar, lo épico, lo dramático, lo chocante y el aplauso de gente que poco le importa 007 en su cotidianidad.

Pero hasta acá me limito en comentarios. Ahora, lo importante es que vuelve Bond. Honestamente, espero disfrutar esta película y que me deje una buena sensación al final. Nada va a ser GoldenEye, pero de verdad espero que a mi me guste. Si recauda un millón más o un millón menos, si gana o no un Óscar, me parece secundario.

Nada más que decir. ¡Feliz regreso de James Bond!

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